martes, 20 de diciembre de 2011

De recuerdos y sueños asiáticos (Día 2 reto 7d7f)

Hace ya bastantes años que empecé a descubrir el mundo asiático y poco a poco quedé totalmente enganchado a él, no hay razones lógicas a la hora de describir dicha atracción, o sientes esa llamada o no la sientes.
Cuando todavía abundaban los cines de dos o tres salas (en mi pueblo teníamos dos y desde hace muchos años ya no tenemos ninguno) y las sesiones eran más informales que ahora, mi tío me llevaba a ver alguna sesión doble los fines de semana. Todavía recuerdo ser un renacuajo y ver una película del calibre de Sheena la reina de la selva seguida por una de un falso Bruce Lee donde le tiraban discos circulares con filo de sierra que se le clavaban por el cuerpo (siempre me he preguntado qué película sería esa) y creo que le mataban. Con estas sesiones dobles descubrí el cine de artes marciales y me enganché a todo ese mundo. Veía películas de gente que se hacía llamar Bruce Li, Bruce Le, Bruce Lei... y que eran muy muy cutres incluso para mi edad y para aquella época, pero daba igual, ¡eran entretenidas! Luego descubrí a Jackie Chan casi por casualidad. Fue gracias a un amigo de mi padre, el cual le dejaba decenas de películas pirateadas en vhs, entre las cuales se encontraba una de él, creo que era Los supercamorristas y me dejó fascinado. 

Más adelante empezó la fiebre de Dragon Ball y descubrí el anime sin saberlo, le siguieron Los caballeros del zodíaco, Musculman, City Hunter, Bateadores, Campeones... y el siguiente paso fue empezar a coleccionar mangas. Por aquella época no solía coger muchos libros en la mano pero no podían quitarme los mangas de ellas. Todavía hoy conservo todas esas colecciones que con el paso del tiempo acumulan recuerdos y diversión entre sus páginas. Como no podía ser de otra manera seguí con mi afición por el cine de artes marciales, ahora ya se había hecho popular gracias a Van Damme, Chuck Norris, Dolph Lundgren... y me compraba revistas como Cinturón Negro o sobre todo Dojo (otra colección que coge polvo en una estantería). 

Con el tiempo empecé a practicar artes marciales, algo que siempre había querido hacer pero que nunca me decidí a probar, conocí el Tai-jitsu y me enganchó durante muchos años. Mucho más tarde empecé a descubrir que no sólo existían las películas de kung fu, sino que el abanico de posibilidades era mucho mayor. Empecé a frecuentar Asiateam y a ver películas japonesas, chinas, hongkonesas (por aquel entonces había que distinguirlas), coreanas... y encontré en ellas un complemento al resto de películas que abundan en nuestros televisores y cines. Las películas asiáticas tienen magia, son diferentes a todo lo que hayáis visto, como ejemplo claro de ello está Hierro 3 que es pura poesía visual, al igual que Ichi the killer, aunque en un aspecto totalmente diferente. Takeshi Kitano con Violent cop me dejó impactado por su violencia gratuita pero adictiva. Y los dramas coreanos son dificilmente superables, mi película favorita es My sassy girl.




Con todo ello siempre tuve ciertas preferencias de nuevo inexplicables que me llevaban siempre hacia Japón. Sus mangas y animes, las artes marciales, su cultura, Humor Amarillo y por supuesto su país. El ver sus calles tanto en los mangas y animes, como en películas, hizo que empezara a menterse en mi mente la idea de viajar allí algún día. Por fin pude cumplirlo hace ya dos años (¡cómo pasa el tiempo!) y debo decir que fue lo mejor que he hecho en mi vida, una experiencia para repetir en cuanto tenga de nuevo la oportunidad. Y como algo inherente al país está su idioma, el haberme intrigado desde la época de los mangas, pasando por oirlo en las películas y finalmente empaparme de él durante el viaje, hizo que deseara empezar a aprenderlo. 

Como pasa siempre, uno se centra en lo que debe hacer y deja lo que le apasiona para cuando se tenga más tiempo, consiguiendo que pasen los años y que ninguna de las ilusiones que tenía cuando era más joven se hayan cumplido, así que por fin con la llegada de mi nueva vida decidí emprender el viaje hacia el aprendizaje del japonés. Desempolvé un libro que tenía por casa, consulté varias webs y empecé a "aprender" japonés. Y pongo aprender entre comillas porque es difícil de narices, a medida que vas avanzando en las lecciones se te van olvidando las cosas del principio a la vez que vas viendo que todo lo que viene es peor. Hoy por hoy después de un par de meses puedo decir que empiezo a ver patrones en sus frases, empiezo a coger el ritmo de su lectura y creo que domino los silabarios. Estoy contento de haber emprendido este nuevo camino y espero no dejarlo.

Y como despedida un "mata ashita" que significa "hasta mañana": また明日


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