domingo, 4 de marzo de 2012

El silencio

He terminado el libro El temor de un hombre sabio de Patrick Rothfuss y ha sido como una puesta de sol, con todos sus colores y matices, por eso voy a aparcar su comentario ya que merece un espacio especial en otro post. Sin embargo lo que creo que define un buen libro, una buena película o cualquier forma de arte, es que te haga sentir, pensar y aprender, y éste lo ha logrado.

Hoy en día las ciudades se han convertido en el corazón de nuestra vida, allí podemos encontrar las rebajas, los productos novedosos, la vida nocturna y los mayores acontecimientos sociales, y no tiene nada de malo, nos hemos acostumbrado al bullicio, el tráfico, las voces y todo lo que no tiene que ver con la relajación, y precisamente por eso es tan importante el silencio. 

El silencio. Poco a poco ha ido abandonando nuestras vidas hasta quedar relegado a unas pocas ocasiones, contadas ocasiones, como una lectura amena en el baño, los momentos previos a quedarse dormido o cuando tu mente se desconecta del mundo que le rodea para disfrutar durante unos pocos instantes de cierto recogimiento espiritual antes de que te llamen la atención por haberte quedado en babia (no os disculpéis porque la gente paga mucha pasta para hacer esos retiros espirituales). El resto del tiempo la vida es un contínuo cansancio, lleno de subidas y bajadas e idas y venidas, así que disfrutad de esos pequeños momentos, no los subestimeis, en ellos está la felicidad, la inspiración, la claridad... hace tiempo descubrí una frase que reza: no digas nada a no ser que lo que vayas a decir sea mejor que el silencio. Y es verdad, ¿cuántas veces ha muerto el pez por la boca? ¿cuántas veces hemos querido retirar esas palabras que no pudimos controlar?

Pensadlo bien. Una pareja cenando, a medida que avanza la noche ambos van hablando de cosas sin importancia, el vino y el tiempo juntos les lleva a entrar en más detalles, las preguntas son de índole personal, la cena no está mal, el ambiente tampoco, pero la conversación empieza a decaer. Los dos quieren que el otro no se sienta incómodo y en cuanto aparece el silencio intentan animar la conversación. Aquí el problema no es el silencio, son ellos, falta algo intangible pero totalmente visible.

La misma situación con los silencios adecuados sería mucho más intensa, más personal, el silencio puede decir mucho más que unas palabras. Una profunda mirada a los ojos de la otra persona, unos calores apareciendo en la cara de la otra, un roce en la mano, miraditas por encima de la copa de vino, las putas mariposas en el estómago... venga, ¿en serio no lo notáis? No le digáis nada a vuestra pareja y miradle fijamente con deseo, que vuestros ojos, vuestros gestos hablen por vuestra boca. 

Queremos hechos... no palabras. El silencio es un hecho. Disfrutad del silencio.

Paka paka.


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